El famoso problema de la «última milla» explicado

La entrega de paquetes sigue siendo ineficaz y el comercio en línea está aumentando el número de paquetes de forma exponencial

Por muy digital y estructurado que sea nuestro mundo moderno, la entrega de paquetes sigue siendo sorprendentemente ineficiente. A continuación, ofrecemos una visión general de los motivos.

En el sector de la entrega, existe un viejo problema para el que todavía no existe una solución realmente eficaz: la famosa «última milla». Se refiere a la última parte del proceso de entrega de un producto, es decir, el tramo de transporte desde el último centro de distribución hasta el cliente final. En los próximos párrafos explicaremos por qué estos últimos metros son la razón por la que los procesos de entrega son complicados y costosos. Al final del artículo, presentamos lo que la robótica autónoma móvil puede aportar para resolver el problema y también damos algunas razones por las que todo esto no es tan sencillo después de todo.

Costes de transporte clásicamente bajos en el comercio minorista

En el sector del comercio minorista, durante mucho tiempo los empresarios con locales comerciales en zonas urbanas (interiores) encargaban los productos, normalmente en grandes cantidades, a socios seleccionados. El productor los entregaba a través de varios mayoristas y centros de distribución mediante medios de transporte de gran capacidad (barco, avión, ferrocarril, camión), los presentaba en la tienda y los compraban los clientes finales. La entrega se organizó de forma relativamente eficiente, eran acuerdos Business2Business, los repartidores tenían una persona de contacto clara (el empresario minorista) y un destino claro (el escaparate o el almacén del minorista). Debido a la gran cantidad de pedidos, los costes de transporte por artículo eran muy bajos. Los costes de transporte se componen de elementos como el tiempo de trabajo del conductor, el embalaje y los costes de los medios de transporte y el combustible.

El comercio en línea provoca un crecimiento exponencial del volumen de paquetes

Esta estructura de costes cambió bruscamente debido a la creciente cuota del comercio minorista en línea y el consiguiente aumento exponencial del número de entregas de paquetes privados. Aunque los clientes aprecian las tiendas físicas por el asesoramiento personal y la posibilidad de probarse la ropa, suelen comprar por Internet. Las razones son la mayor selección y posibilidades de especialización de la oferta, el precio a menudo más bajo, la posibilidad de comprar sin límites de tiempo y la comodidad de poder hacerlo desde casa. Sin embargo, la gran selección que se ofrece a los consumidores aumenta la presión sobre la entrega: los clientes no aceptan los largos plazos de entrega ni la entrega de pago. El comercio electrónico se nutre de clientes satisfechos y de sus críticas positivas; sin embargo, los retrasos y problemas en la entrega dan lugar a comentarios negativos, que también pueden arruinar una tienda online.

Por lo tanto, para las tiendas en línea y sus socios de entrega, se aplica lo siguiente: por un lado, la entrega debe funcionar sin problemas; por otro, la última etapa de transporte antes de que el cliente reciba la mercancía es la más complicada, ineficiente y cara. Según el cálculo, los costes de la «última milla» suponen entre el 28% y el 58% del total de los costes de transporte. ¿Pero por qué?

El escaso número de paquetes entregados por cliente (en la mayoría de los casos sólo 1 ó 2) hace que el tiempo y el coste por artículo sean muy elevados; además, estos costes de transporte son difícilmente escalables y a veces desproporcionados con respecto al precio de la mercancía para el minorista. Esto es especialmente cierto cuando se tienen en cuenta los posibles rendimientos.

El problema de la «última milla» (Last Mile)

Por regla general, los procesos de entrega de última milla son muy difíciles de planificar. Por un lado, los volúmenes de paquetes están sujetos a fuertes fluctuaciones estacionales; antes de Navidad, después de los «días de compras» como el Black Friday o durante los actuales cierres de Covid 19, son extremadamente altos, mientras que en verano, cuando mucha gente está de vacaciones, son extremadamente bajos. Las empresas de reparto no pueden orientar su infraestructura a los extremos, sino que tienen que comprar servicios externos para las horas punta.

Por otro lado, sobre todo en las zonas urbanas, es de esperar que se produzcan retrasos en el proceso de entrega difícilmente calculables debido a la elevada congestión del tráfico, el limitado espacio de aparcamiento o el direccionamiento incomprensible. El hecho de que haya otros clientes a los que entregar cada día también dificulta la planificación de una ruta estandarizada ideal.  Y, por último, también hay mucho potencial de imprevisibilidad por parte de los propios clientes. O bien los clientes no están presentes en el lugar de entrega, el lugar de entrega se ha indicado de forma poco clara o se ha cambiado en el último momento, los clientes tienen una franja horaria muy específica o condiciones especiales (como «por favor, no llamar antes de las 10:00 horas») en la que deben entregarse sus paquetes. Los buzones de entrega, como los que suelen encontrarse en los edificios de apartamentos, facilitan en cierta medida esta situación. La práctica de muchas empresas de reparto de dejar simplemente los paquetes en la puerta o con los vecinos es cuestionable desde el punto de vista de la responsabilidad. Si en lugar del paquete, el cliente sólo encuentra una notificación de entrega fallida y un lugar de recogida, significa una molestia adicional para el cliente, que puede traducirse en una mala valoración. Todo lo que se ha explicado para la entrega es, por supuesto, también válido para la devolución de los paquetes.

Conclusión sobre el problema de la «última milla»

En una época en la que se están digitalizando y automatizando tantas cosas, la entrega de paquetes sigue requiriendo una cantidad asombrosa de trabajo y tiempo. Los efectos secundarios de estos métodos de entrega, laboriosos y que consumen muchos recursos, son, por ejemplo, el aumento de la congestión del tráfico por parte de los camiones de reparto y la consiguiente contaminación acústica y de gases, especialmente en las zonas urbanas. También se critican a menudo las condiciones de trabajo del personal de paquetería, que está sometido a una gran presión de tiempo. Así que no es de extrañar que se busquen febrilmente soluciones tecnológicas.

Autor: Lena Sophie Franke

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